Ya sé que suena un poco a cachondeo que haya llamado al blog "mil viajes por el mundo" y que resulte que, por el momento, sólo haya contado una escapada a Alicante y el próximo domingo, me vaya de vacaciones a Lanzarote. Simplemente, es casualidad y quiero contar los viajes que he hecho fuera de España, pero por ahora, no me ha dado tiempo. Así que sigo con mi intención de que este blog, sea mi libro de bitácora de todo viaje que haga, porque, para mí, todos son buenos, sean dentro o fuera del país.
Bueno, tengo que decir que estoy un poco nerviosa por el viaje en avión, porque siempre me "estresa" (por decirlo de alguna manera), pero el último accidente que hubo hace menos de un mes en Barajas, me ha traumatizado bastante. Aunque siempre pasa algo que hace que me ponga de los nervios: cuando tenía el viaje a Egipto, un mes antes hubo un atentado, antes del viaje a Brasil hubo un accidente aéreo en el Amazonas, ahora esto... En fin, "donde está el cuerpo está el peligro", así que, que sea lo que tenga que ser (menos mal, que Raquel me ha pasado unas pastis, cortesía de su madre, para que todo me resbale, estoy por tomármelas ya, fíjate...).
Domingo 14 de Septiembre
El avión salió a la hora prevista, las 11.00. Era un airbus y el vuelo fue bueno, no hubo apenas turbulencias. Llegamos a las 13.30 que alli eran las 12.30. Alquilamos un coche en el mismo aeropuerto con una compañía local, Cabrera Medina. Por 150 euros cogimos un Opel Astra. Tuvimos que pagar 24 euros más por si devuelves el coche sin gasolina puesto que nos los dieron con medio depósito (si lo dejas igual, te lo devuelven), y 6 e más, porque el domingo siguiente lo íbamos a dejar un poco más tarde de esa hora pues hasta las 16.30 no tendríamos que estar allí.
Ya con coche, nos fuimos a nuestro hotel, Natura Palace, en Playa Blanca, dejamos las maletas y fuimos a comer.
Tras un intento fallido de ir a la playa pues no teníamos sombrilla y nos íbamos a achicharrar, nos fuimos a las tumbonas de la piscina, nos echamos un poco de siesta y nos subimos a la habitación. Nos duchamos y a cenar, pues la hora máxima para ir eran las 21.15, bastante prontito. Nos tomamos un cóctel en un sitio chill-out cercano al hotel que vimos cuando fuimos a comer, con actuación en directo, muy muy chulo.
Luego, fuimos hasta el Islote de Hilario, que parece ser que se llama así por una leyenda que cuenta que Hilario era un ermitaño de durante unos 50 años estuvo yendo allí con un camello y plantó una higuera, que nunca dio fruto. Como recuerdo, tienen la higuera y los huesos del camello expuestos dentro de un restaurante que corona el lugar y que hizo César Manrique, que es precioso y que se llama "El Diablo".
Allí al lado, te dejan un poco de arena para demostrar que todavía hay actividad volcánica en el lugar, y que quema bastante. En otro sitio, tienen un agujero de tan sólo 2 metros pero que emana tanto calor que al poner un poco de maleza, echa a arder. Y la 3ª prueba, es la más conocida y la mejor. Tienen unos tubos que alcanzan más profundidad, y que al echar agua, en cuestión de 3 segundos, sale disparado convertido en vapor, explosión incluida. El restaurante se aprovecha del calor que sale de la tierra y hemos visto un horno en el que se alcanzan más de 800 grados, en el que cocinan. De ese agujero, salen tubos que dirigen el calor a otros lugares del restaurante.
Luego, hemos hecho la ruta de los volcanes, que sólo se puede hacer en autobús, y que se trata de un paseo entre volcanes, cráteres increíbles y paisajes de lava. Mola el contraste con una zona que es conocida como el valle de la serenidad (creo) que es de ceniza volcánica, no de lava. Nos ha encantado, es un paisaje impresionante y distinto a cualquier otra cosa.
En Lanzarote, hay unos 300 volcanes. El origen de la isla, así como de todo el archipiélago, es volcánico. La última vez que se registró actividad volcánica fue en 1870, pero se sabe con seguridad que volverá a ocurrir algo, más tarde o más temprano. En la isla hay 3 centros de investigación, uno en el parque nacional de Timanfaya, donde tienen tal grado de sensibilidad para registrar movimientos sísmicos que han llegado a registrar terremotos en Japón. Los otros dos, están en la Cueva de los Verdes y en los Jameos del agua, al norte de la isla.
Parece ser que se está formando una 8ª isla, entre Tenerife y Gran Canaria, que todavía no está por encima del nivel del mar. Tiene unos 800 metros pero le faltan unos 1400, para salir a la superficie.
Lanzarote es una isla bastante plana, por lo cual, llueve muy poco, una media de 30 días al año (a nosotros nos llovió, hay que fastidiarse). Los tejados típicos en la isla, por eso, son planos, los hacían así para recoger el agua de la lluvia. Además de eso, las casas tienen, por obligación legal, que pintarse en blanco y las puertas y ventanas, sólo en 3 colores posibles: verde, azul (para las casas cerca de la costa) y marrones. Esos colores son precisamente esos porque con la pintura que a los pescadores les sobraba de pintar sus embarcaciones, pintaban dichos elementos en las casas, casas que no se hacen con ladrillos, sino con la piedra volcánica tan abundante en la isla. El precio de las viviendas en la isla es altísimo, no por el material, sino por la escasez de terreno para edificar.
Después, visitamos la bodega más antigua de la isla, que se llama El Grifo, que tiene un pequeño museo y donde pudimos disfrutar de una cata de vinos. Tras hacer una parada típica para compras absurdas donde nosotros no picamos, comimos de buffet en un restaurante de Yaiza, llamado El Campo, que no estuvo mal.
También visitamos Los Hervideros, que son ríos de lava que ganaron terreno al mar, durante 6 años, y que hicieron aumentar la superficie de la isla en un 20% ó 25%. La verdad que es muy bonito ver cómo choca el mar contra el acantilado formado.
A la vuelta al hotel, pudimos ver las Salinas de Janubio, pero vamos, que son unas salinas, sin más.
Fin de la excursión. Precio: 94 e/2 personas.
Hotel, ducha, cena y cócktel. Esto es vida. Ha sido un buen día.
Martes 16 de Septiembre